viernes, 11 de junio de 2010

LA SEGUNDA OPORTUNIDAD


Había un padre muy rico que poseía
muchos bienes, grandes fincas, muchos empleados
y un único hijo, su heredero.

Lo que más le gustaba al hijo era hacer fiestas,
estar con sus amigos y ser adulado por ellos. Su
padre siempre le advertía que sus amigos sólo
estarían a su lado mientras él tuviese algo que
ofrecerles; después, le abandonarían.

Un día el viejo padre, ya avanzado en edad,
dijo a sus empleados que le construyeran un
pequeño establo. Dentro de él, el propio padre
preparó una horca y, junto a ella, una placa con
algo escrito que decía:
“Para que nunca desprecies las palabras de tu
padre”.

Más tarde, llamó a su hijo, lo llevó hasta el
establo y le dijo:
—Hijo mío, ya estoy viejo y cuando yo
me vaya tú te encargarás de todo lo que es
mío... Pero desgraciadamente yo sé cual será tu
futuro: vas a dejar la finca en manos de los
empleados y vas a gastar todo el dinero con tus
amigos. Venderás todos los bienes para gastarlos
y, cuando no tengas más nada, tus amigos se
apartarán de ti. Sólo entonces te arrepentirás
amargamente por no haberme escuchado. Fue
por esto que construí esta horca. ¡Ella es para ti!

Sólo quiero que me prometas que, si sucede lo
dicho, te ahorcarás en ella.

El joven se rio, pensó que era un absurdo,
pero para no contradecir a su padre le prometió
que así lo haría pensando en que eso jamás
sucedería.

El tiempo pasó, el padre murió y su hijo se
encargó de todo, y así como su padre había
previsto, el joven gastó todo, vendió los bienes,
perdió sus amigos y hasta la propia dignidad.
Estaba arruinado.

Desesperado y afligido, comenzó a reflexionar
sobre su vida y vio que había sido un
tonto. Se acordó de las palabras de su padre y
comenzó a decir:
—Ah, padre mío... Si yo hubiese escuchado
tus consejos... Pero ahora es demasiado tarde.

Apesadumbrado, el joven levantó la vista y
vio el establo. Con pasos lentos, se dirigió hasta
allá, vio la horca y la placa llenas de polvo y
entonces pensó:
—Yo nunca seguí las palabras de mi padre,
no pude alegrarle cuándo estaba vivo, pero al
menos esta vez voy a cumplir la promesa que le
hice. Ya no me queda nada más que perder sino
la vida.

Entonces, subió los escalones, se puso la
cuerda en el cuello y pensó:
—Ah, si yo tuviese una nueva oportunidad...
Respiró profundo, cerró los ojos y entonces se
tiró desde lo alto de los escalones hasta que
sintió que la cuerda apretaba su garganta... ¡Era
el fin!

Sin embargo, el brazo de la horca era hueco y
se quebró fácilmente, desplomándose al piso el
muchacho. Sobre él cayeron billetes,
esmeraldas, perlas, rubíes, zafiros y brillantes,
muchos brillantes... La horca era hueca y estaba
llena de piedras preciosas.

Entre todo aquel tesoro que cayó, el joven heredero
encontró una nota. En ella estaba escrito:
“Esta es tu segunda oportunidad. ¡Te amo
mucho! Con amor, tu viejo padre”.

Fuente:
http://www.audiorealizate.com/index-2_historias_motivacion_detalle.php?TITULO=LA%20SEGUNDA%20OPORTUNIDAD

Cuan Maravilloso es el Amor de nuestros padres!!!

PB!

God Bless us!!

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